Volví a caminar por ese
camino de antaño, sendero que recuerda mi infancia, época llena de imaginación y
fe, donde no existe el temor y los
sueños y anhelos son de todos los días. Cuando mis pasos me llevaron por ese camino tenía que cruzar un riachuelo,
que en el tiempo de las lluvias crecía y obstaculizaba mi paso, pero cuando las
lluvias se marchaban se convertía en aguas frágiles y débiles. Me gustaba caminar por ese camino, porque
además del riachuelo habían muchos árboles que con su imponente postura
formaban un corredor natural de hojas verdes, podía escuchar el silbido del
viento filtrándose por las ramas de los arboles, los pájaros cantaban al
unísono esa canción de gratitud al
creador.
El olor fresco y agradable de las flores ponía a trabajar mi sentido
del olfato. Era común esa bonita escena de una mañana cuando la lluvia había
pasado por allí, pero también en la tarde lúcida a la puesta del sol.
Mis recuerdos no se van
antes de llevarme hasta la casa del zapatero, que estaba por ese camino,
aquel hombre alto, lleno de días que mientras reparaba mis zapatos me
perdía mirando su peculiar cabaña, su
interior estaba llena de imágenes, recorte de periódicos, fotografías, dibujos
entre otros. Con el tiempo mis pasos me llevaron por otros caminos, sendas
desconocidas lugares de ensueño que solo
había visto en las películas. Comencé a ver más lugares y cosas que nunca había
visto, como las que imaginaba en la cabaña del zapatero.
Cada etapa de la vida
es una decisión, cada decisión señala un camino y cada camino nos lleva a un
resultado. A veces ese resultado es bueno y positivo, nos llena el corazón de
gozo y felicidad, y a veces ese
resultado es negativo nos lleva al fracaso y al dolor.
Pero se marcó un
camino hace miles de años atrás, una senda espiritual que promete la felicidad
y la vida eterna, solo es de conocerlo y andar por ese sendero de justicia y amor.
En realidad todos somos
peregrinos y extranjeros en este mundo, vamos de paso como los beduinos en el
desierto que entre camellos, mantos y oro llevan siempre una tienda para acampar
y descansar.
Como los reyes magos se dirigían por una estrella para buscar el
camino al niño Dios, a si hoy en día muchas personas buscan el camino a la felicidad y a la paz duradera, pero
tristemente buscan en caminos efímeros, sendas que son ilusiones y espejismos. Pero
aquel maestro y sabio que no tenía dónde vivir, al que llamaban el nazareno, señalo el camino verdadero, senda que lleva a
la ciudad del gran Rey, donde no existe la noche, ni el dolor, solo la felicidad eterna.
Libro. (Donde està mi èxito. Josè Velàsquez)
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